martes, 23 de julio de 2013

De "bicheo" por Río Grande

La ruta comienza como siempre sobre las 8 de la mañana. Bonito día, despejado y con una temperatura formidable a esta hora.
Justo al empezar avistamos 5 martinetes, 2 de ellos jóvenes. Y las cangrejeras parecen "comunes" aquí, con su blanco de alas pálido, inconfundible en vuelo.


Hay pequeñas colonias, encontrando perfectamente su hábitat en este lugar.

Sus primas las garcetas tienen aquí un buen posadero.


Más adelante, un jóven martinete toma los tempranos rayos de sol.


En la primera parada, en búsqueda de la oropéndola, observamos a contraluz a esta preciosidad de garza imperial jóven. A ojo se podía apreciar perfectamente su reducido tamaño respecto a un ejemplar adulto.

Vimos como se movía y nos dimos cuenta que en breve se iba a producir un bonito encuentro.


Ya en la cercanía se respetaban, como buenos primos, imperial y martinete jóvenes.


Todo esto tiene un marcado significado, el de la proliferación de estas especies, en un año de abundantes lluvias.

En esta foto se aprecia mejor al jóven en vuelo, con el moteado característico en las alas.

Después de contemplar el pausado vuelo de la garza, pillé a un martinete adulto en vuelo mientras hacia sus necesidades! ... menos mal que no estábamos debajo...


Caminábamos río arriba, y no había a penas movimiento. 
En la hora del bocata siempre tenemos suerte. Nos sentamos justo en frente de un eucalipto que utilizan 2 águilas calzadas como posadero. Una de ellas dejaba ver su espalda a vista de prismáticos. 

Mientras el bocata se hacía más y más pequeño, pasó otra imperial volando justo en frente de nuestras narices!! Parecía el mismo ejemplar joven de antes. La ráfaga de 6 fotos no me faltó. Aún comiendo, tengo la metralleta preparada. 



De repente las dos calzadas alzaron el vuelo. No podía ser de otra forma, sino por la presencia muy lejana de un aguilucho lagunero. Primero una y luego la otra, nos dejaron impresionados pasando casi por encima de nuestras cabezas. 


Se puede apreciar que observa atentamente la situación del lagunero. Podían estar tranquilas por que estaba al menos a 300 m de altura. Me preguntaba si a tal altura son capaces de divisar una presa, o simplemente se dedicaba a pasear por las corrientes de aire caliente.


Por suerte, en Málaga podemos disfrutar de estas pequeñas águilas durante todo el año.


Son las reinas del cielo y nunca dejan indiferente a aquel que las contempla. Impresionante.

La hora del bocata estaba dando de sí, continuaba de suerte. Echando mano de la guía de identificación e internet he llegado a la conclusión, es un zarcero políglota. La primera vez que veo a este bonito paseriforme, familiar cercano del mosquitero.

Continuamos y al poco de estar andando, levantamos a un martinete escondido, que por cierto también se quedó a gusto. Parece que la presencia humana les da ánimos.


En esta otra aparece tal y como es, precioso.


El margen de río que escogimos tiene su encanto.



En el siguiente eucaliptal merecía una sentada, gracias a la presencia de un córvido que había visto alguna vez de pasada, y en la anterior visita a este lugar. Se trata del arrendajo. Junto con el rabilargo, es para mí el córvido más elegante y bonito de observar por su colorido. Allí reside una pareja, con su respectivo nido. Tiene un graznido muy particular. Su observación era difícil, pues la frondosidad y la timidez de este ave complicaban la tarea. Su lento vuelo de rama en rama denotaba su ubicación. Pude ver, aún con poca claridad, que en el nido había al menos un jovenzuelo. 





Estando atentos a ellos, la presencia de un pequeñín nos llamó la atención, era una curruca cabecinegra. Revisando las fotos nos dimos cuenta que no era una cualquiera, no. En mi vida había visto algo igual. La pobre desgraciada presentaba síntomas de una tumoración debajo del pico, y algo parecido a un ataque en la cabeza, no sabemos de quién. Una imagen vale más que mil palabras.



Después del mal trago continuamos el camino. 
Un abejorro negro, enorme y que asusta a cualquiera, se posó en una hoja y le tiré unas fotos. Esta es la que más me gustó, por que sin querer cogí a una avispa en vuelo. La diferencia de tamaño es importante.


A la vuelta, pasamos por medio del eucaliptal y se produjo la anécdota del día. Acto reflejo, vi andando por el tronco a un pequeñín. Todo sombreado y oscuro, no sabía si era un trepador azul o un agateador europeo. Resultó ser este último, que destrozó mi afán por echarle una foto, ya que su increíble manera de mimetizarse me lo impidió. No se veía, estaba camuflado en el mismo tronco, justo en una zona de este descortezada, supongo para atrapar pequeñas larvas y gusanos que se instalan allí. Que inteligencia!
Me estoy dando cuenta que es tan inútil poner una foto... Al menos en estas muy ampliadas se puede ver algo.



Es muy valioso conocer su ubicación para futuras observaciones. 


Para acabar os dejo con esta bonita imagen. Una reunión social de garcillas bueyeras y garcetas. 

Hasta la próxima!! 


















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